Sunday, August 27, 2006

LERNER

Mi vida gatuna no ha sido muy activa, de un tiempo para acá si he salido un poco. Le pido a Pink Tomate que me lleve a bares, que me saque en la negrura de la noche, que vayamos allá donde me inunden esos olores de perfume barato y vodka, donde todo sea whiski y nubes azules de humo y una putica consintiéndome el lomo mientras pienso en nada. Pink es el gato de Amarilla. Es un gato de buenas, todos los días se levanta y se le acerca Amarilla con sus teticas firmes y pecosas y se echa un poco de whiski en la mano para que Pink lama y le acaricia un poco la cabeza. Pink me cuenta estas cosas y dice mierda, esa Amarilla es cosa seria, y yo le contesto, como siempre; lo que tu digas Pink. Yo si no soy tan de buenas aunque realmente no es para quejarme. Lo máximo que llegaba a ver eran las pelotas del viejo Joe, y alcohol difícil. Pero bueno, la comida era abundante y eso me mantenía moderadamente feliz.

Los que me ven desprevenidamente podrán pensar que soy un gato taciturno, y puede que tengan razón. Sin embargo a mi si me gusta la noche, merodear por ahí en los tejados, en los bares, lamer sorbos de cerveza que la gente me ofrece, andar por ahí con Pink Tomate que se conoce la ciudad de arriba abajo, se recorre la noche como el viento, transeúnte clandestino de esa gatopista invisible.

Ahora que el viejo Joe murió, he pensado en volverme un gato callejero, pasar las noches en vela caminando alerta, mirando por encima del lomo, escarbando ilusiones y cazando peleas, se lo he dicho a Pink: quiero que mi ley sea la sangre, si, la sangre y las garras afiladas y las ilusiones y los sorbos de cerveza y una putica acariciándome el lomo bien por ti campeón. Mierda, que cosa más seria viejo Lerner, dice Pink Tomate. Si, que cosa más seria, pienso yo.

BAR JORGE LUIS BORGES

En la vieja rockola empolvada del fondo un hombre Viejo y cansado de traje nostálgico deja caer una moneda en la ranura y los sonidos del bandoneón llenan el vacío casi místico en el que se hallaba el bar que no es más que un salón alargado y maloliente. El bar tender se aproxima al hombre taciturno y atribulado que apura su ginebra en la esquina de la barra quien con desconfiado desdén le observa y vuelve a levantar el vaso, pero el ginebra ya ha desaparecido en el sorbo anterior. El hombre luce un poco nervioso y su frente se cubre de gotitas de sudor. El bar tender se limpia las manos en el delantal y saca algo del bolsillo de su pantalón. El hombre agitado pregunta si eso es lo que estaba buscando y el bar tender regresando detrás del mostrador le responde si viejo, ahí tienes tu aleph.

El hombre se va al fondo del bar, ingresa al baño, se mira en el espejo y abriendo la llave del lavamanos se toma la pastilla. Al dar media vuelta se resbala en un charco de orines y se va de cúlo sufriendo impacto seco en la parte posterior de la cabeza contra el orinal; mierda loco pisémonos que este man está muerto. El hombre, después de ver todos los puntos del universo vistos desde todos los puntos del universo posibles, despierta paralítico en la cama fría aunque cómoda y blanca de un hospital. Que cosa más seria.

BAR VLAD CORE

Todos toman cervezas en sus mesas que no son de más de cuatro personas. Nadie habla. Aunque no se vea, se siente una tensión en el ambiente, los ojos recorren lenta aunque ansiosamente todos los rincones de la estancia. Suena Hard Core a bastantes decibeles. De repente, de una compuerta que a simple vista y debido a la oscuridad, nadie ha descubierto, emergen dos hombres corpulentos, probablemente los de seguridad, y llevan por los brazos a un hombre vendado.

Los asistentes del bar Vlad Core desatan un frenetismo inesperado. De una de las mesas emerge un hombre con una larga estaca de madera y el furor inicial se duplica. Los de seguridad conducen al hombre hacia el centro del bar y lo despojan de sus ropas, el otro, que oficia al parecer la ceremonia, le introduce la estaca al hombre en el ano. Éste no grita, sino que sonríe hasta que al amanecer, borrachos, los asistentes abandonan el bar y le dejan felizmente empalado.

Wednesday, August 16, 2006

se llamaba soledad y estaba sola...

Me da como mierda que este blog se convierta en una narración secular de mi vida privada, pues no nació con esa razón social. Sin embargo poco me importa, es mi blog y escribo lo que se me da la gana, más en momentos que no tengo nada que hacer, o que teniendo, prefiero postergarlo.

Me parece erróneo comparar la soledad con un desierto. Prefiero compararla con el movimiento incesante de una ciudad, pararse entre el flujo de la gente y darse cuenta que esa masa hormigueante solo está fabricada de olvido, o, por lo menos, eso es lo que reflejan como espejos sin espíritu e inquietos esas sombras que pululan ante uno que se detiene en medio de esa nada tan llena a escupir encima de cualquier esperanza.
Puede que la soledad sea una condena, pero prefiero verla como una elección. Elijo ser una persona sola aunque es extraño, y a veces de verdad pesa como una sanción mística, dictada por tribunales oscuros extintos hace ya eones; y como decía por ahí Victor Hugo: se sale de la cárcel, pero no de la condena.
Busco refugio inútilmente en la compañía, que tan solo momentaneamente logra desdibujar los trazos de esa opresión, engañarla por unos momentos auque por lo general ni siquiera eso. En ocasiones me siento más solo rodeado de gente que recluído como un anacoreta en un rincón de mi habitación. A diario me saludan personas que ignoran lo que llevo a cuestas y es mejor sonreirles, aunque en el fondo quisiera que desaparecieran de la faz de la tierra, o por lo menos eternamente de mi presencia.
La rutina, por otra parte, no es otra cosa que la soledad de la fantasía, es frustración, es un pisotear constante a la imaginación. Horarios esclavos, todos deberíamos poder mandarlos a la mierda; aunque se necesita determinación, cualidad de la cual siempre he carecido, y al paso que vamos, pues pailas.
Para una persona como yo la vida se resume en una busqueda inútil de una persona que sea capaz de robarse mi soledad, que la mire sin miedo a los ojos y le escupa. Donde putas estás?, quién eres?. Por ahora es mejor llenar las horas con noche,alcohol, putas, drogas, familia, vértigo y amigos; a ver si en una de esas apareces al final del parque.

Monday, August 14, 2006

QUE BUENO ES REGRESAR A CASA!!!

Doy gracias a todas las deidades existentes porque estoy de vuelta en mi ciudad. Ah, que felicidad, es que sólo llevo un día acá (ni siquieras 24 hrs la verdad), y miren las inmensas cargas de felicidad y dicha enormes que he recibido:


1. Levantarme con 25 grados centigrados de temperatura, a diferencia de los aproximadamente 8 con que me levanté hasta ayer, no hay sensación más feliz que despertar a un hermoso día empapado en sudor.
2. Coger un bus para el centro a las 11 y 30, y si cuando me levanté hacía calor, cuando iba en el trayecto sentí que el metal con el que está fabricado el siempre amigo transporte urbano iba a fundirse en una amalgama de mierda.
3. llegar a la oficina y encontrarse con el expediente de más de 1500 folios que dejé en el olvido hace más de una semana, y por si fuera poco, tarea más difícil aún si se cuenta que en el viaje de anoche se durmió muy poco.
4. Enterarme que mi abuelo está hospitalizado desde el viernes.
5. Esperar 45 minutos un bus, y después que se demore otros cuarenta en llegar a la casa, todo el tiempo al son del reggaeton, oh júbilo inmortal.
Es que, como lo he dicho tantas veces: volver a la realidad es duro, es un golpe brusco como de patadas en las pelotas. Volver a la ciudad es como tener guayabo, hice lo que quise y ahora lo sufro. Atrás queda el frío y el humo se va disipando para dar paso al calor y a la deseperación. Ya culminaron mis VII jornadas de alcoholismo y cagadera en la capital, y de todo eso no me queda más que un sabor amargo, un dolor de cabeza; nostalgia y dos mil cagados pesos.
Morriña es la añoranza que se tiene de la tierra lejana. Me pasó todo lo contrario, cuando vi inminente el regreso me puse triste y confieso que sentí ganas de llorar, aún las siento. Por qué?. No se, cómo mierdas se explican esas cosas, será porque evidentemente prefiero la irrealidad a ésta porquería de lo real.
Sin embargo la pasé bien, y se le agradece a su obesidad Mauricio II por el hospedaje y la marranería, a estas dos personas que me llevaron por los senderos del vómito y la pirotécnia gastrointestinal: Giorgio y Cerebro; y, por supuesto, a la señorita Diana por la noche en el centro (le quedo debiendo la crónica, y a propósito cómo le termino de ir?); a todos gracias por embriagarme y pues bacano conocerlos.
No siendo más, pues nos vimos.