Monday, March 02, 2009

Over and over again...

Hoy en el teléfono tu voz sonó muy distante, ajena, casi imposible. Recordé aquella vez que te fuiste porque yo no era más que un imbécil que se negaba a madurar y permanecía ebrio casi todo el tiempo, un réprobo inútil y sin expectativas. Tu esperabas ese algo que yo jamás tendría pero que de alguna manera querías en mí y no en otra persona, por eso te dejaba ir de vez en cuando sin explicaciones en esa búsqueda absurda que era más bien un desahogo, intentando en otros brazos despertar eso que en mi estaba muerto, que realmente nunca había nacido. Te fuiste y no regresaste, dejaste esa carta fría y limpia sobre el escritorio, no diste la cara y te comprendo. Aún la conservo como cualquier cosa, como unos calzoncillos o el mugre bajo mis zapatos.

Hoy es lunes

Querido C.; esta nota no es para explicar nada pues las cosas suelen explicarse por si solas. No pienso tratar de convencerte pues bien sabes que me parece una actividad grosera e inútil. Me voy buscando una salida como el viento, el viento no pude estar encerrado o de lo contrario moriría. Tú eres feliz en tu delicia estática y libre. Yo no puedo seguir así. Me voy, no para olvidarte, sino para no tener que sufrir el vicio pegajoso de tu presencia, no quisiera tener que presenciar el paroxismo de tu indiferencia. Espero que podamos encontrarnos nuevamente en algún lugar del tiempo.

A.
El teléfono por supuesto no ha vuelto a sonar y la carta era un poco más grosera y ofensiva. Las razones puede que sean las mismas, aunque las razones, en si mismas, no significan nada, son la forma con la que exteriorizamos nuestra imposibilidad. Como hoy también es una imposibilidad de volver a ayer y de que llegue el porvenir, prefiero no moverme mucho, vaya y sea y me rompa.