Monday, September 08, 2008

máximas del 8 de septiembre

1. Bucaramanga es más pobre y fea que París, pero ambas tienen en el fondo el mismo problema: están habitadas por humanos. Vine a esta ciudad en busca de respuestas pero mi vida es igualmente carente de propósito acá que en Colombia y presumo que en la Luna sucedería lo mismo. Y en Plutón y en el asteroide B 612. (Aclaración importante: No conozco París. Bucaramanga tampoco, aunque estoy condenado a no salir de este agujero).
2. Mi padre al igual que yo es abogado, aunque perfectamente pudo ser bacteriólogo o vendedor ambulante de almojábanas. Su verdadera pasión es la música, lo que sucede es que nuestra sustancia no es la vocación sino la limitación. Nos sobra en miedo lo que nos falta en voluntad. Salvo una iguana que alguna vez arrollé con un coche y las cucarachas que me disgustan hasta la náusea, no creo nunca haber herido a un ser viviente, en una concepción física, claro está, pues supongo que el daño que nos hacemos descargando en otros sentimientos propios resulta francamente incalculable. Siempre me pareció absurdo tener que actuar conforme a la concepción que otros tenían de mi mismo, y por eso desde bien temprano me dedique a defraudarlos para poder vivir con un poco más de libertad.
3. No soy un tipo muy hablador aunque cuando estoy bebiendo no hay quien me detenga, parezco un gramófono que escupe a grandes velocidades cantidades incalculables de mierda.
4.1 Me imagino que alguien que se introduzca un carbón encendido entre el culo y aún tenga ganas de escribir es el mejor de los poetas. La gran mayoría no tiene el valor para hacer uso de un carbón encendido. Las venas se las puede cortar cualquiera pero quitarse una oreja para entregársela a una prostituta sólo se le ocurre a un grande (idiota) como Van Gogh. Un grande de los grandes, me refiero, un verdadero miserable.
4.2 No me gusta esa gente de los recitales de poesía, siempre me ha parecido que la magia de la poesía, y de la literatura en general, está restringida a un contexto un poco más íntimo: la conjunción del ego, el ano y el carbón encendido, por así decirlo.
4.3 Siempre me ha gustado mucho Pessoa aunque debo advertir que no me consta que se haya metido nada al rojo vivo entre las posaderas. Sin embargo, al parecer nunca conoció un culito femenino ni exploró la amplia inmensidad del microcosmos vaginal. Puede que se haya pasado algo de opio por el poto y que se haya masturbado hasta secar su próstata, porque sus textos son jodidamente buenos.

Carta nunca enviada a Marcela (lectura completamente prescindible y poco conmovedora)

Releo lo que he escrito y, como siempre, me resulta una gran porquería. Pensé muchas veces que el dolor y la tristeza eran una fuente de inspiración pero en eso tal vez me diferencio de los poetas. Sólo siento un nudo inexorable que me aprieta la boca del estómago, siento un vacío enorme que no podrían llenar todas las comidas del mundo. Los pulmones se me expanden casi hasta explotar y no hay sobre la tierra humo suficiente para darles sosiego. ¿Te has puesto a pensar en el precio de una mirada?, ¿en sus consecuencias?. ¿Te has puesto a pensar alguna vez en la responsabilidad de una mariposa al volar?. Sé que andarás por la vida impunemente regando alguna vez pedazos de mí, pequeños trozos de mierda seca. Mejor dicho, desde mi concepción de mí en ti sé que poco te importaré porque poco me importo, y lo que veo en ti no es más que un reflejo de mi estúpida concepción de mi, en la que objetivamente no eres más que un espejo, otro de los tantos charcos donde me desdibujo y finalmente me encuentro, como siempre, sucio, abatido y rutinario. A veces pienso si un hombre abandonado en el desierto puede llegar a sentir claustrofobia y me parece que es así. También pienso en las tantas veces al día que quiero escapar y no puedo, porque soy débil y cobarde, porque nada me salva del sino de haber nacido en esta tierra y con esta estampa, nada puede hacer más liviano ese peso, es el peso del mundo entero. Es cierto que el dolor es una condición más de la vida y como sustancia imperecedera del tiempo aparece de manera más o menos intermitente. Éste no ha sido un buen año, en resumen, aunque han pasado algunas cosas que la mayoría consideraría “buenas”. Yo sigo siendo el vidrio roto de bus que arreglan con contac y deja pasar el agua y el viento. Sé también que estarás acostumbrada a ello pero me disparaste algo directamente al estómago, y tu revólver era del calibre 38. Después te alejaste a la comodidad de unas pocas llamadas, pues allí las balas no podían alcanzarte. Yo ya estaba herido de muerte, desangrado, y tu mirabas desde tu guarida impávida -¿me pegunto, sí mirabas?-. Distraída con ese maldito mundo que te asombra y yo detesto, hombro con hombro, reconociendo, experimentando, no te cansas de ello?. Yo nací agotado. El mundo está agotado porque es como siento en perspectiva las cosas, pasan rápidas y seguras de que ya vendrá el fin de la carrera. Sé que a veces te confunden mis palabras pero es que quiero no ser lo que quiero, o siento no sentir lo que quiero o en fin me harta querer sentir lo que no quiero sentir ni siento. Detestaría ser de esos miles que por llevarte a un catre te susurran estúpidas palabras melosas de colegial al oído. Es probable que algunos de ellos lo logren y antes o después te darás cuenta que son una cáscara vacía, una guitarra sin cuerdas, un maldito bus lleno de gente a mediodía. Espero que te sepas esas palabras de memoria porque nunca las vas a oír de mi boca. Escribo estas líneas porque me siento encerrado, siento claustrofobia y estas palabras son sólo una manifestación más de mi desesperación de ti. Has firmado mi sentencia y no me dejaste tiempo para defenderme. A veces quisiera conducir un auto a toda velocidad y estrellarlo contra un muro para que todo acabe, pero soy un mortal ridículo y pesimista, aunque las cosas me salgan mal voy a seguir tirando, adivinando más allá una salida, una puerta que sé –porque siempre ha sido así- que va a estar irremediablemente cerrada. Soy (como) un borracho que sabe que siempre habrá otro bar y otras personas dispuestas a aventarse un trago. Presiento que tal vez no tenga remedio aunque algunas veces el hombre perdido en el desierto encuentra la ruta a la ciudad, a la civilización. Sé que por ahora estoy perdido pero soy tan variable –y eso lo sabes- como las formas de maldad que tú conoces. ¿Vas a esperar a que encuentre la salida o prefieres ser el oasis que mantiene –y salva- al hombre perdido en el desierto?.

Los sueños son una realidad individual impalpable y que se disuelve muy pronto.