Friday, September 28, 2007

más de lo mismo

A veces, en medio de la conveniencia inútil de la rutina, me pregunto si en realidad vale la pena tener una misión en la vida; o si ella está ahí sin que siquiera podamos sospecharla. Vale acaso la pena la fatiga enorme de perseguir objetivos que son como pequeños duendecillos asustadizos que huyen de nuestra presencia cuando advierten nuestra cercanía?. No me gusta aferrarme a las cosas porque mis ensueños inútiles siempre suponen un comportamiento de otra u otras personas que sólo ocurre en mi mente. No estoy sólo en el mundo aunque así, en medio de la vacuidad de la compañía indiferente es como más solo estoy. Yo ya he agotado mis posibilidades. Sólo soy de esta manera y lo que logre (sea sublime o infame) no será más que una consecuencia necesaria de esto que soy ahora. Aunque detesto pensar en el futuro ese estigma que es la sociedad me abre llagas en el cuerpo y me obliga a echar una mirada. Se que seré el que soy ahora, con mis alegrías y mis amarguras disimuladas; con mis botellas y mis cigarrillos. Qué me dice un título?, es aquello acaso un sino diferente al de ser un asesino de bebes?. No deberíamos poner en escena esa obra que constantemente escribe algún dios depresivo sentado en una estrella lejana y olvidada.

(…).


Hoy fue otra vez la espera agobiante, el absurdo creer que será de otra manera. La displicencia, la mano sobre el celular obstinado que se niega a sonar, a salvarme un poco de esa angustia de no saber. Mi imposibilidad de decisión, mis criterios derruidos y confusos. Anhelo al menos el sonido que me saque como una grúa de este pozo que he venido cavando desde la mañana, desde siempre, sus muros son gigantescos y hace tiempo dejé mis uñas en sus paredes. El sonido es ausente y me quedo en la realidad extática de un sordo. Miro a mi alrededor desesperado y junto a mí caminan los mismos monstruos de siempre. Nadie comprende lo absurdo de insistir, esta ciudad nos ha convertido en unos subnormales. Algunos alcanzaron a huir pero ya era muy tarde, la vacuidad de lo imposible, el sentimiento de derrota, de no poder ser más, los habrá de perseguir siempre, así sea sólo como oscuras pesadillas que recuerdan y aconsejan, que lo impregnan todo de ese desasosiego de querer y no poder. La terrible maldición se cierne sobre nosotros y ya no pienso siquiera en escapar de ella, dejarme llevar parece ser la única salida. Aunque me gustaría resistir en mi fuerte, salvar mi último baluarte, posicionar las fuerzas que nunca he tenido para defender la proclama inexistente de una revolución que nada cambia, prefiero abandonarlo todo a su suerte y que las bestias que llamamos vecinos se devoren en la calle hasta que ya no quede nadie, hasta que la cariátide mire solitaria y feliz las ruinas de algo que nunca debió haber sido, algo que permitimos como chiquillos jugando con hormigas y se nos fue de las manos. Ahora me gustaría tener una lupa gigante para fulminarnos a todos con un rayo de sensatez, que nos retorzamos dolorosamente hasta expiar nuestras culpas, nuestras mentiras, nuestra interminable hipocresía, el sinsabor del mundo; ahogar la interminable y estúpida envidia en un grito de agonía.

Tengo sueño y a esta hora eragon debe estar practicándole la fellatio al cabrón negro mientras Horacio lo sodomiza. Mañana a las siete y media de la mañana harán 22 grados centígrados, ojala sea el fin del mundo que conozco.