La balada de Morelli (fragmento)
Los muchachos de la banda fueron a lo de Morelli, la vieja siempre tan querida recibiéndolos con limonada y empanadas. La visita era lo mismo de siempre pero sin Morelli, tratando de evitarle como a un muerto, hablando tranquilamente del buen trabajo que el caspa de Morelli había conseguido en Bogotá; finalmente yo sabía que mi muchacho estaba para grandes cosas, algún día sucedería y finalmente ya venía siendo hora. Memo y el cerdo mirándose con una sonrisa fingida, la realidad tras los barrotes tan alejada de esa mentira; porque no había ninguna Bogotá, ni trabajo, sino cárcel modelo y los cigarrillos que ya escaseaban. El problema sería cuando no llegara dinero de Morelli, aunque los hijos son por lo general tan desagradecidos. Los muchachos terminándose la empanada sin apuros y despidiéndose de la señora Morelli, que les despedía diciéndoles que en lo que hablara con Morelli le mandaría recuerdos de ellos; de los muchachos, cómo han crecido, sobre todo Memo que era un flaco asmático, y ahora todo lo que es. Hasta luego muchachos, vuelvan cuando puedan.
El tiempo pesaba a Morelli como un camión. Día tras día se levantaba para ser pisoteado en esa calle de confinamientos, de poder punitivo, de arrepentimiento; a veces dejaba escapar una lágrima que caía al suelo mientras la brasa del cigarrillo no dejaba de arder. Memo que ya no veía casi a los muchachos de la banda, ahora todo el tiempo pensando en los preparativos de la boda, día y noche adorando a la Lola, ya no había tiempo para la calle; ahora sólo negocios lícitos; porque Morelli, y dos veces imposible. La cárcel le deprimía y no le había visitado sino en dos ocasiones, llevándole el cartón de cigarrillos y casi sin hablar, aunque por lo general la Lola, si vieras Morelli, de pronto en febrero. Aunque hablar de tiempo en frente de Morelli era brutal, crueldad ilimitada; en ese letargo donde la esperanza se desvanece cada miércoles con una certeza abrumadora; aunque la doble instancia, aunque el tiempo; en una de esas Martínez agiliza algo, es cuestión de esperar.
El tiempo pesaba a Morelli como un camión. Día tras día se levantaba para ser pisoteado en esa calle de confinamientos, de poder punitivo, de arrepentimiento; a veces dejaba escapar una lágrima que caía al suelo mientras la brasa del cigarrillo no dejaba de arder. Memo que ya no veía casi a los muchachos de la banda, ahora todo el tiempo pensando en los preparativos de la boda, día y noche adorando a la Lola, ya no había tiempo para la calle; ahora sólo negocios lícitos; porque Morelli, y dos veces imposible. La cárcel le deprimía y no le había visitado sino en dos ocasiones, llevándole el cartón de cigarrillos y casi sin hablar, aunque por lo general la Lola, si vieras Morelli, de pronto en febrero. Aunque hablar de tiempo en frente de Morelli era brutal, crueldad ilimitada; en ese letargo donde la esperanza se desvanece cada miércoles con una certeza abrumadora; aunque la doble instancia, aunque el tiempo; en una de esas Martínez agiliza algo, es cuestión de esperar.
4 Comments:
"Ahora pago el precio de mis errores" y estoy sintiendo que los intereses que me està cobrando la vida son excesivamente costosos. Esos converse rojos se me hacen conocidos.
Saludos CD!!
Hola hola Kiny, volví, de por cierto, chévere la foto, me recuerda algunas escenas de mi reciente viaje a San Andrés, 5 días de nula sobriedad, que andés bien, chévere leerte de nuevo.
pd: http://adeptaenascenso.blogspot.com
Hola amigo, no sé porque pero tus escritos me impactan... y por supuesto me atraen. Ya tendremos tiempo de platicar.
Un abracito!
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