Friday, February 17, 2006

CAPÍTULO 8

Fastidiado, salió de la funeraria y empezó a deambular erráticamente por la ciudad. Pensaba en lo cobarde que había sido y admiraba el carácter de Paola que le había dado la fuerza para quitarse la vida que el no merecía, así tan fácil como apagar una bombilla, como soplar una vela; cosas a la larga tan sencillas pero que muchas veces se ven frenadas por un momento de torpe decisión, algo como la conciencia, si es que realmente existe.

Se daba cuenta poco a poco que Paola había decidido en ese tierno y fatal momento devolverle a él la vida, de alguna manera devolverle las llaves de su destino que algún tiempo atrás le arrebatara sin permiso ni licencia alguna. De golpe eran las tardes de Domingo, la familia y el estudio pero Paola. Paola dejando un hueco de profundidades insondables, un abismo oscuro y frío, un cañón pálido y sin río. Era devolverle la vida pero condenarlo a vivirla sin ella, sin la presencia de ella, sin la fantasía ni tampoco el llanto ni la risa.

Se detuvo a tomarse un trago encerrado y mohoso en un sitio de mala muerte, oscuro y con visibilidad nula a causa del humo de los muchos cigarrillos encendidos. Pensaba en ella y el odio en su corazón volvía a ser, extrañamente, el amor, una felicidad bizarra, masoquista y por lo general doliente pero tan presente y tan reconfortante, ese estar como suspendido, como de nuevo asido por esa mano invisible, de nuevo ficha perdida pero ordenada bajo la justicia de ese tablero de ajedrez. Después de unas copas sin hablar más que con el mismo y a veces con ella pero tan allá, tan del otro lado, más allá por fin de la urna de cristal, debajo de la tierra pero también tan fuera de estos elementos banales, allá en un lugar que era como el cielo, no por lo de siempre sino por lo terriblemente amplio y lo deliciosamente azul, en algún lugar en su conciencia y entonces las varias copas y estar otra vez borracho, como tantas otras veces pero ahora finalmente tan diferente, ahora que veía tan claro, ahora que por fin comprendía aunque no quería comprender, algo que era a la larga domingos por la tarde y eran libros y también era este alcohol que se estaba tomando y la mente enfocada, precisa, los recuerdos deslizándose lentamente de la mano del tiempo, sin afán, sin consideraciones mientras él entonces apuraba otra copa y las piernas ya no tan firmes, ya no tan seguras de sostener a toda su humanidad pero todo por fin vislumbrado, que luz al final del túnel ni que porquerías de esas, más bien los ojos que se acostumbran a la oscuridad y ya no tienen que tantear, la aparición de nuevo de los contornos, los vértices que lo guiaban por ese pasillo de luz fundida que era su vida ahora devuelta con todo y domingos por la tarde y alcohol en las venas.

Ahora era otra vez una especie de claridad como la vez que había huido del centro, si, no le daba miedo confesarse a sí mismo que había huido de allí cobardemente pero también por ella, por ella esperando así no fuera en un lugar fijo, era lo de siempre, una especie de encuentro casual pero tan predestinado, tan fijado con sello y firma y sangre, frase escrita en el libro más viejo del tiempo. Salió del bar dejando un dudoso y arrugado billete sobre la barra, pero el golpe de luz en sus pupilas lo espanto y tuvo que regresar, otra copa por favor y el baño. Finalmente tomo impulso y salió sin mirar atrás, esta vez sin esa bandera triste y rota, sin ese estandarte del fracaso, del eterno fracaso. Una vez en la calle intentó caminar rápido por toda la 33 pero su equilibrio fallaba y tenía que detenerse a recuperar el camino, el aire no hacía falta porque un cigarrillo tras otro, la caja de veinte, por fortuna.

Se detuvo en el parque las palmas, se tiro sobre el pasto en el lugar más solo que encontró. No tardaron en ofrecerle un vino dulce y barato que se bebía del gollete y tampoco tardo en aparecer el jíbaro con una agitación extrema, casi paranoia, quien sabe que estaría consumiendo. Pero esta vez no, esta vez solo el pasto y pensar y de vez en cuando Paola como un relámpago en la razón, una punzada fuerte no en el corazón pero si en el vientre que le hacía retorcerse de un dolor inexistente pero tan real, y Paola tan magnífica y tan muerta en su ataúd de caoba o roble o pino, como podía saberlo si nunca le había interesado la carpintería, pero mirándolo con los ojos cerrados dentro de esa caja de madera, la palabra nunca dicha y el gesto apenas adivinado, apenas como un asomo, cono clavando las uñas y clamando por salir del foso de la muerte, y otra vez un frío recorriéndole la espalda, como un hielo pasado desde el coxis hasta la nuca, y prolongado tanto tiempo que quemaba, y ahora también le quemaba la conciencia por ser un tonto, por nunca darse cuenta, por haberla condenado en su tribunal de silencio y demonios y vampiros, él que una vez había escrito que la odiaba porque le había vuelto la vida una mierda, que lo había arruinado en un instante con algo que salía de los ojos y de la boca de ella pero que venía de más allá, un lugar profundo, gruta con ratas y murciélagos y dios sabe cuantas cosas más. Ahora se daba cuenta que de nada servirían las tardes de domingo, ni los libros ni el alcohol si ella no estaba, aunque también era cierto que esas dos vidas no podían ser llevadas al tiempo, universos paralelos hasta el infinito, los libros y el licor y Paola, un imposible, era como una foto mal tomada, la imagen siempre borrosa y la película que no encuentra su perfecta alineación; y así y todo le dolía, aunque imposible, aunque nunca, aunque Paola.

Se incorporó lentamente y se sacudió las pequeñas ramas que se le habían quedado prendidas a la piel, a la ropa, las del espíritu, ya marchitas, era imposible desprenderse de ellas, inútil siquiera intentarlo. Camino lento y respiró hondo, tomando fuerzas, sacándolas de adentro, de donde se habían ido a refugiar. Aceleró su marcha, de nuevo por la 33 dispuesto a llegar junto a Paola ahora tan distante, tan enterrada, tan fría y a la vez gusanos. La visión le pareció de nuevo desagradable pero nada que hacer, debía llegar allá y no sabía muy bien porque, era como un eslabón más en la cadena que debía forjar y unir, tomar los pedazos del rompecabezas y levantarlos del polvo del olvido, y esa secuencia de alguna manera Paola, tierra removida y recuerdos y gusanos. Ya iba ganando terreno, la brisa caliente en la calle atestada de gente que trabaja, gente que estudia, gente que anda por ahí, como monstruos, como entidades perdidas en ese tiempo y en ese espacio que debían ser solo de el, rostros que se detienen a observar un momento y lo único que encuentran es caras espejos que les devuelven el espantoso reflejo del alma podrida, de la voluntad tantas veces aplastada y el ahí, caminando como sin rumbo pero ya todo tan claro, tan definido, todo paso a paso y los cigarrillos, por fortuna.

Ya ganaba el puente de la flora, lo dominaba en toda su altura que ahora no era tanta pues todo tan claro, la puerta casi abierta, el ulterior descubrimiento que había esperado siempre en la puerta clausurada, todo tan Kafka pero pasándole a el, pequeño bicho insignificante perdido y aplastado en su propio camino, en su miserable vida devuelta desde el más allá, desde el veneno agrio que sentía en la garganta como si el fuera Paola, estoica y audífonos y muerte lenta, tal vez el dolor pero la dignidad, nada de retorcerse como lombriz, aceptar el frío que entraba al cuerpo y le iba arrebatando de a poco y de a gotas de sudor la vida, porque era la muerte que ya la abrazaba, la música que ahora sonaba para nadie, para unos oídos sordos, unos oídos que ya nunca más. Se detuvo un momento a admirar la muerte que nunca fue capaz de encarar, la parca sonriente desde el suelo doscientos metros más abajo, llamándolo y tentándolo a tirarse, al abrazo, al golpe y el fade-out como de película, imágenes que como la música de Paola nunca más, que como Paola eran un antes y ahora pozo sin fondo, horizonte que se acaba por más que la vista se esfuerce, por más que cualquier cosa y el sol, justiciero posándose de nuevo sobre el agua, calmando su sed y dándole paso inevitablemente a la terrible noche, a ese fin tan esperado pero que a la larga tan de repente, sorpresa que salta a la cara sin aviso, en fin, el destino.

Se bajó del muro de donde el vértigo no fue capaz de empujarlo, como tantas otras veces había fracasado, el llamado y al final el arrepentimiento, el mejor después, nunca se sabe si por fin las cosas perfectamente ordenadas y la cara ahora si estrellada en el pavimento allá abajo, y la vida que se sale en el chorrito de sangre que sale de su boca, tibio y ya sin venas, ya para que circular, ahora todo tan bien, porque se sentiría muy bien el descanso finalmente en el suelo, el tan anhelado fin de la jornada pero como otras veces hoy tampoco, hoy solo eran los cigarrillos y la borrachera que se le iba bajando y seguir andando, a ese encuentro, a completar la moneda de una sola cara, a un no sabía que pero que lo obligaba a seguir caminando.

Finalmente llego a las puertas del cementerio las colinas, arranco una flor muerta de una maceta y siguió su camino al lote de Paola, donde cigarrillos, donde abismo y muerte, donde gusanos, donde por fin...
Se sentó donde la tierra aún estaba removida, el pasto húmedo aún por las lágrimas derramadas, donde el viaje de Paola y donde tal vez la respuesta sin incógnita definida. Deshojó la flor que se deshizo en el viento como cenizas de eso que se desgajaba, de esa claridad, de esa criatura que vive adentro y que quiere salir pero que la luz la cega, se repliega y otra vez la caverna pero todo por fin claro, todo Paola y cigarrillos y veneno y labios fríos y agrios, el fin de los besos y de la fantasía, la vida recuperada y la ilusión perdida, todo en un instante, tiempo detenido y espacio que cede y se dilata, todo eso que está ahí pero que de alguna manera no cabe por más que luche, por más que intente y cómo explicarlo con palabras si ya no las hay, ya es todo silencio y tratar de comprender, recoger las migajas que aún quedan en la baldosa, apurar una copa y se acabó la fiesta y el llanto aunque sin embargo el dolor, nunca se sabe.

Pasó toda la noche allí acostado sobre la tumba de Paola, separado de ella por tierra y humus y pasto y por esa otra barrera invisible pero del todo insalvable, ella tan lejos y el aquí con su vida devuelta y sola e insípida y todo un despropósito, un sin sentido, pero allí pasó la noche entera, mirando los ojos que pronto cuencas de Paola, tratando de comprender la inutilidad de su sufrimiento.

Kiny

3 Comments:

Blogger kiny said...

Creo que esto debía ir al final de todo, de la historia, pero como lo hago siempre, pues pisoteemos cuanta regla exista sobre las secuencias al escribir, total a mi que me importa. Pisoteemos también al narrador y al narrado, al fin y al cabo es mi creación y soy yo. Por otro lado me agrado escribir este pedazo, aunque ya lo tenía pensado hace mucho tiempo, pero lo vuelvo a leer y tiene algo que me gusta, o que no me disgusta tanto.

2:58 PM  
Blogger Otro maldito día de frustraciones de loco said...

Mmmm Es importante que te guste tu narraciòn, al fin de cuentas si a nadie màs le gusta a ti no te importarà, porque A TÌ te gusta, y eso me parece que es suficiente.

BIen, Este capìtulo me intrigò por el extraño sentido de lo que llevò al personaje a hacer eso, es decir: es como de locos acostarse a dormir sobre una tumba, en primer momento porque los factores fìsicos como el frìo y la incomodidad llegarìan a desesperar a cualquiera, y segundo porque son muy pocos los que no temen al màs allà, lo que me lleva a pensar que el vìnculo de estos 2 personajes sobrepasa las barreras de la vida y la muerte, aunque sea a un nivel no muy conciente del personaje "vivo", lo que me parece interesante e intrigante...

Buen Capìtulo Kiny

2:38 PM  
Blogger Mr Brightside said...

O sea que este no es el final de la historia?

Bien lo dijo Laura, esta vaina es intrigante, porque ni yo que creo conocerlo bastante sé que demonios es Paola, tal vez es una parte del personaje que murió, y que lo hizo miserable, pero no sé cual.

En todo caso su capacidad para escribir es aberrantemente buena...

Suerte y pulso...

12:32 PM  

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