Thursday, February 08, 2007



Otra vez más de lo mismo, en un café que es más bien un bar oscuro y donde se respira difícilmente un aire denso. De la nube de humo aparece el amigo cineasta, me pregunta qué hay de nuevo; no contesto (qué de nuevo puede haber en una existencia tan mundana, tan vulgar).

Le digo, pero me estoy hablando a mí mismo, que mi abuela de setenta y tantos años está teniendo problemas con la cabeza. La imaginación le está como mamando gallo, dije. Pues usted tiene sólo veintidós y parece que le mama gallo desde ya, responde. A lo mejor, aunque no envidio la forzada tranquilidad de los antidepresivos y las clínicas de reposo.

Me dice si hay algo nuevo por hacer, algún argumento o algo así. Le digo que sí, pero probablemente no sean mis argumentos, sino los de otro u otros que me vienen a la memoria de manera vaga, borrosa. La vida es un puto espejo, y tienen razón los que dicen que el tiempo es la sustancia de la cual estamos hechos. Tal vez sean buenos o malos, le digo, el quid está en la ejecución, usted lo sabe, hay que saber narrar y yo todavía no he aprendido.

Pedimos cerveza, está fría y entra delicadamente, como un consuelo. Hoy estamos de suerte, fumamos Lucky strike. le cuento, aunque es más bien una reflexión, un monólogo, que una primita me preguntó a qué me dedicaba y no supe responderle. A nada práctico, fue lo único que atiné a decir. Me asombró después cómo narro los planes que tenía para su larga vida; y alabé la inocencia de los niños que no han tenido tiempo de percatarse que todo no es zoológico y viajes; la gran mayoría es mierda y rostros mezquinos, y un poco más de mierda. Otra cerveza. Mire, le digo, fíjese en esto, una mujer tiene un sueño recurrente pero al despertar no es capaz de recuperar las formas del sueño. La mujer es sonámbula. Al cabo de cierto tiempo, tiene la certeza de que sueña con un hombre. Su curiosidad onírica es tal que se da cuenta que sueña con un hombre que está, precisamente, soñando con ella. Después, la mujer tiene la certeza de que el hombre la sueña a ella, es su creador, que ella es una especie de golem; a la mujer no le queda más remedio que matarlo, pero tiene que seguir su rastro estrictamente por lo que los sueños le indican. Previsiblemente, por eso es sonámbula, le digo que el problema es de ejecución. Finalmente, la mujer le da muerte al soñador, pero se desvanece, pues como es lógico; no sólo quien despierta deja de soñar, también a los muertos les está vedado el paraíso o el infierno onírico (sueños y pesadillas).

El problema es, cómo explicar la existencia de la mujer en los interregnos en que el hombre esté despierto, porque hacerlo comatoso sería infame. Como le dije, requiere una ejecución que presiento me está vedada. Me cago en eso, pidamos otra cerveza.

1 Comments:

Blogger Cerebro said...

Kiny...

7:18 PM  

Post a Comment

<< Home