Tuesday, October 25, 2005

CAPÍTULO 2

A ella le molestaba levantarse tan temprano para ir a un trabajo que despreciaba, a ver gente que despreciaba y que por igual le despreciaba, y además en el que la paga no era para nada buena.

Lo hacía porque era un trabajo que con algo de esfuerzo y un poco de movimiento oculto de influencias, de sonrisas, y tal vez pequeños sobornos su padre le había conseguido. A su padre no le molestaba que ella se pasase todo el tiempo en ropa interior en la casa, viendo televisión y sumergida en la lectura de libros que nunca culminaba, y comiendo como loca las galguerías que el compraba para ella en el mercado mensual. Su madre fue la que insistió en que debía dedicarse a algo, estaba cansada de tener que soportar a la hija invadiéndole en todo momento los espacios que una vida de esfuerzos y de aguantarle mierda a todo el mundo, empezando por el marido, le habían procurado.

Paola había abandonado la carrera de derecho dos años atrás, porque consideraba que esta se oponía directamente a todo lo que ella consideraba justo, y teniendo en cuenta que era esta la razón por la cual había escogido precisamente tan prestigiosa facultad, se vio en la obligación de abandonar las filas de lo que ella consideraba el infame ejército de la abogacía. De un momento a otro dejó de asistir a clases, pero siguió saliendo ritualmente de su casa como si se dirigiera a la universidad, por miedo a lo que pudiesen decir sus padres, o bueno, principalmente su madre, ya que su padre siempre fue el más comprensivo con ella, su única hija. Qué hacía Paola en estos ratos interminables, después nos ocuparemos de ello, ya que quien escribe esta novela es mediocre y desea postergar estos deambulares para uno o varios capítulos posteriores.

Irónicamente, el trabajo al que ahora se dirigía consistía en auxiliar a un magistrado amigo de su padre, y aunque ella lo detestaba, no se consideraba capaz de echar a menos el esfuerzo que había hecho su padre para de algún modo posicionarla de manera según su madre útil dentro de la sociedad. Confundida entre la música de su walkman y el hombre que con actitud desafiante le extendía con sus manos sucias tres caramelos asquerosos y probablemente caducados, con la promesa de que eran deliciosos y que además tres en quinientos, noto que el bus viejo y caluroso en el que hacía la por lo general odiosa aventura hacia el centro de la ciudad disminuía considerablemente su marcha. Noto que en los otros carriles, el izquierdo y el derecho, los automóviles también disminuían su andar a un paso más lento pero mucho más ruidoso por la proliferación de sonidos de las bocinas enloquecidas y de conductores maldicientes aferrándose con odio a los volantes de sus automóviles. Rechazó con un ademán de indiferencia al vendedor y noto que el cuello de botella se formaba unos cien metros más adelante en el cruce de la rosita con carrera 17. Después de quince minutos de una andar imperceptible que Paola se atrevió a llamar un andar estático, el sol golpeaba inclementemente las latas de los carros, generando un calor que no se podía calificar de otra manera que de insoportable. Notó como dentro del bus la gente empezó a pasarse pañuelos de todos los colores por los rostros grasosos y sudados. Le llamó la atención la anciana que vestía un abrigo de lana y que estaba sentada en el asiento que es paralelo a la registradora y respectivamente perpendicular a la primera fila de asientos del bus. La anciana estaba dormida y el calor parecía no afectarla, su rostro no brillaba y ni una sola gota de sudor aparecía en su arrugada frente, Paola pensó que aquella anciana había muerto y que de prolongarse el embotellamiento todos en el bus debían soportar los desagradables olores que su cuerpo habría de expeler en el necesario proceso de descomposición.

Un hombre en una de las filas de la mitad, un poco más delante de la ventana que proclama “salida de emergencia” acompañada de algo que aparenta ser un martillo rojo e instrucciones en caso de emergencia, abandono en el pasillo del autobús una nevera de icopor que a juzgar por los aromas que emitía contenía algo entre empanadas y churros, para proceder a una narración a todo pulmón, para regocijo del acalorado público, de los hechos que a unos metros de distancia habían acaecido. Al parecer un motociclista imprudente se le había atravesado a una buseta de unitransa, que no tuvo tiempo de frenar ni mucho menos de esquivarlo y termino por atropellarlo y pasarle por encima.

Paola se molestó con los comentarios del morboso narrador y con las preguntas expectantes de su absurdo y también amarillista público y se calzó de nuevo los audífonos en sus orejas. Sonaba vendrá la muerte y tendrá tus ojos, en la voz de Calamaro, cuando el bus pasó junto al nefasto accidente, y Paola pudo distinguir el charco de sangre que se iba expandiendo en el asfalto caliente, el cuerpo exánime y algo que catalogó como materia gris o intestinal, producto de la presión excesiva que se ejerció contra aquel despojo humano. Paola pensó que ojala que cuando la muerte viniera no tuviese los ojos de aquel pobre motociclista, inyectados de sangre, casi satánicos a causa de su infausto suceso.

Una vez el bus atravesó la avenida la rosita, el tráfico se normalizó al paso lento pero no estático de los automóviles en el centro de la ciudad. Siguió su rumbo por toda la carrera 17 hasta encontrar la calle 34, lugar que particularmente le gustaba a Paola, la vieja plaza de mercado, en una arquitectura que se asemeja a la gótica, contraponiéndose a la nueva, justo al frente, fruto de la arquitectura minimalista moderna a la que lo único que le preocupa es sacar el mayor provecho a el espacio sacrificando a su paso la estética.

Cuando el bus llegó a la esquina de la carrera doce con calle treinta y cuatro, Paola presiono el timbre, el conductor se detuvo, la puerta se abrió y ella bajo. Camino hacia la oficina en un paso rápido y feliz, acompañando con su silbido la música que llegaba a sus oídos, solo a sus oídos.

Kiny.

1 Comments:

Blogger Otro maldito día de frustraciones de loco said...

"El infame ejército de la abogacía": estoy de acuerdo con Paola.
Este segundo capítulo me gustó también.
Quedé con la intriga ¡¿Qué sigue?!

3:01 PM  

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