good times, bad times
Miro distraído hacia el cielorraso sucio de la habitación y dejo caer al piso el despreciable libro que me explica que el sistema aéreo de transporte a territorio nacional –SATENA- es algo así como una especie de mierda adscrita a otra mierda superior, centralizada, poderosa, el gobierno si no estoy mal. La gripa me trae hecho una bola de mocos insoportable, siento que mi nariz presenta sus mocos danzantes como bailarinas traslúcidas a la suciedad del aire enrarecido de polución y tantas otras mierdas. Me limpio con la cobija encartonada, dura de tanta secreción que ha recibido en los últimos días. El pecho me silba como una hijo de puta locomotora descontrolada y presiento el advenimiento atroz de un ahogamiento por asma. Lo mejor por el momento sería una bronquitis. Si sigues jodiendo tanto no se te va a pasar esa mierda, me dicen. Arcángela me dice con desdén que debería dejar de fumar mientras saca un lucky strike de su bolso y lo enciende sin prisa. Pienso en armar un porro de dimensiones descomunales y fumármelo libremente pero sé que la tos no ve va a dejar darle más de tres pitadas. Estar enfermo se me hace una mierda, necesario y condición adversa de una misma vaina y todo lo que se quiera pero total una mierda. Estornudo y un proyectil liviano y verde va a posarse en el antebrazo de Arcángela que no se da cuenta de la mácula que acabo de hacer sobre su humanidad. Por pena no digo nada. Siento que sudo más de lo normal, probablemente sea la fiebre, y la ciudad se me hace terriblemente insoportable. Pero me pierdo de ocasión, no estoy con Arcángela sino hibernando mugrosamente en mi habitación tratando de hincarle el diente al pútrido libro de la estructura del estado. Me imagino que huelo terrible pero mi nariz está tan jodida que no puedo saberlo a ciencia cierta. Siento un nudo ciego entre las cejas y los ojos me lloran descontroladamente. Pienso en masturbarme, lo que puede ser una buena terapia alternativa para otros males como el guayabo, pues hace que se te desinflamen las venas de la sien y se conduzca toda la sangre hacia el miembro. Pero con esta gripa endemoniada no, mi pene no responde, se refugia en los más profundo del prepucio como una tortuga asustada. Trato de revisar el correo pero no es más que una barahunda de invitaciones a un sinnúmero de comunidades simplonas. Desisto. Pienso en la gorda que besé en la fiesta reggae de hace dos sábados. No logro recordar su rostro, estaba muy oscuro. Recuerdo que estaba muy sudada, yo también lo estaba. Así es casi todo en esta puta vida, una enfermedad, una borrachera, un porro. Una gorda sudada en un sitio caluroso en medio de una fiesta dudosa. Hay que cambiar -me digo-, definitivamente hay que hacer algo. Los organismos adscritos gozan de menos autonomía administrativa que aquellos que son vinculados; en aquellos el control y vigilancia del estado, el control de tutela, es superior porque. Oh no, mierda de vida.